” Impacto de la problemática en la comunidad
y en la población propuesta ”
Para realizar esta actividad hemos querido ponerle un nombre a
aquellas víctimas que por cosas del destino han tenido que soportar infinidad
de maltratos y afecciones psicológicas sin ningún sentido.
Los niños, niñas y adolescentes que
en Colombia son víctimas de tanta crueldad por parte del conflicto armado que
pasa solo de ser rebeldía política, hoy con el pasar de los años se encuentran
involucrados en un marco sin salida, pues los daños ya están hechos,
confundidos, alarmados, débiles, desprotegidos y muchos sin salida hoy los
llamaremos “Victimas invisibles”.
Colombia es un país que ha vivenciado múltiples
periodos de violencia y muy poco se conoce sobre las afectaciones emocionales
de los niños, niñas y adolescentes víctimas del conflicto armado. Con esta
actividad queremos resaltar el impacto
al que estas víctimas invisibles se
han tenido que enfrentar, experiencias del desplazamiento forzado y la
vinculación a los grupos armados, que amenaza el área emocional de esta
población.
Es importante mencionar las consecuencias generadas en estos hechos violentos
porque atentan contra sus derechos fundamentales, especialmente los
relacionados con: el derecho a la vida, a una familia, al sano esparcimiento, a
la libertad; entre otros. En ellos se desarrollan emociones motivadas por el
contexto hostil y agresivo, en el cual se desenvuelven e incluso están
obligados a participar.
Este articulo propuesto en el entorno de conocimiento causo
en nosotros una gran impresión puesto que se trata de palpable realidad que afecta
nuestro país, estos niños, niñas y adolescentes son marginados y violentados en
sus derechos y fuera de eso expuestos a daños psicológicos irreversibles, pues
nadie se alcanza a imaginar la magnitud a la que conllevan todos estos atropellos,
la afectación para la salud mental, presentando un trastorno de estrés postraumático y los cambios cerebrales que se
producen luego de un episodio traumático, pueden dar lugar a alteraciones a
nivel de los neurotransmisores y del sistema endocrino que conllevan a la
aparición de síntomas asociados a la depresión haciendo que sean causa de un
alto daño psicológico en la infancia.
Un evento traumático se puede manifestar en diferentes
aspectos:
Emocional, comportamental, cognitivo y social, generando en las victimas
invisibles trastornos en su desarrollo cognitivo tales como la memoria o la atención.
La población que hemos planteado para esta exploración y estudio
neuropsicológico, son los denominados victimas invisibles, (los niños, niñas y
adolescentes) que proponen en el articulo escogido, ya que es una población que
se ha visto afectada desde hace mucho tiempo.
El conflicto armado en Colombia lleva varias décadas y
consigo viene marcada una tradición de violencia por los enfrentamientos,
masacres y amenazas de los diferentes grupos armados.
Cohíbe el desarrollo del
país por medio de la sumisión; el sometimiento; la barbarie y demás actos que
afectan el libre desarrollo de la sociedad, la familia y los niños, niñas y
adolescentes.
La Organización Mundial de la Salud [OMS] (2012) señala que hasta
un 20% de los niños y adolescentes
pueden presentar problemas en su salud
mental asociados en Colombia,
actualmente se vive una situación post conflicto, en la que, a pesar de
seguir presentándose alteraciones en el orden público,
sus habitantes tienen
una sensación de mayor
seguridad. No obstante, las
cicatrices dejadas por el
conflicto armado han
afectado en un sin
número de formas
la salud mental
de buena parte de
la población colombiana y de manera
especial a los habitantes
de las zonas rurales
y semirurales (Ospina, Barrera, Ramírez & Ceballos,
2010). Así, por ejemplo, de acuerdo a Richard, et al. (2011), en un
estudio realizado con
mujeres víctimas del desplazamiento interno,
se encontró que éstas
presentan síntomas clínicamente significativos asociados
a depresión (41%), ansiedad (59%) y trastorno de estrés postraumático
(TEPT) (88%). Con respecto
a la población
infantil y adolescente, se
ha tenido la
creencia errónea que no
sufren con la misma
intensidad las consecuencias
de haber vivido un
evento traumático; sin embargo, esta idea
se ha ido
desvirtuando y actualmente los
menores son considerados como grupo de alto riesgo y vulnerable ante la posibilidad
de estar expuestos
a situaciones de violencia y de catástrofe.
La Organización Mundial de la Salud [OMS] (2012) señala
que hasta un 20% de los
niños y
adolescentes pueden presentar problemas en
su salud mental
asociados.
En Colombia, actualmente se vive una situación post
conflicto, en la que, a pesar de seguir presentándose alteraciones en el orden
público, sus habitantes tienen una sensación de
mayor seguridad. No obstante, las cicatrices dejadas por el
conflicto armado han afectado en un sin número de formas la
salud mental de buena
parte de la
población colombiana y de manera especial
a los habitantes de las
zonas rurales y
semirurales (Ospina, Barrera,
Ramírez & Ceballos, 2010). Así, por ejemplo, de acuerdo a Richard, et al.
(2011), en un estudio realizado
con mujeres víctimas del
desplazamiento interno, se encontró
que éstas presentan
síntomas clínicamente
significativos asociados a depresión (41%), ansiedad (59%) y trastorno
de estrés postraumático (TEPT)
(88%). Con respecto a la
población infantil y adolescente, se ha tenido la creencia errónea que no
sufren con la misma intensidad las consecuencias
de haber vivido un
evento traumático; sin embargo, esta idea se
ha ido desvirtuando
y actualmente los menores son considerados como grupo de alto riesgo y
vulnerable ante la posibilidad de
estar expuestos a situaciones de violencia y de
catástrofe.
La Organización Mundial de
la Salud [OMS] (2012) señala que hasta un
20% de los niños
y adolescentes pueden
presentar problemas en su
salud mental asociados principalmente a depresión
y ansiedad. No obstante, estas cifras pudieran
incrementarse cuando este grupo etáreo se ve expuesto a situaciones de
violencia y abuso. Al
respecto, Weber y
Reynolds (2004) informan que
aproximadamente cinco
millones de niños
en los Estados Unidos fueron
reportados en el
2001 por maltrato debido
a situaciones asociadas
a negligencia (19%), abuso
físico (10%) y maltrato
psicológico (7%). Por
su parte, Rodríguez, Zacarelli
y Pérez (2006) evidencian que en poblaciones
afectadas por situaciones de
violencia o eventos catastróficos, las
secuelas psicológicas en los
niños y adolescentes
son muy frecuentes. En Colombia, son pocos los estudios
que han abordado
el tema de la
violencia en los
niños. Pérez-Olmos,
Fernández-Piñeres y Rodado-Fuentes (2005) estiman entre un 16,8% y
23,2% la prevalencia de TEPT en niños
de dos municipios sometidos
a situaciones de hostigamiento armado.
No obstante, el TEPT no es
la única secuela
que puede dejar un
evento traumático sobre
la salud mental. Los cambios
cerebrales que se producen
luego de un
evento traumático pueden dar
lugar a alteraciones
a nivel de los neurotransmisores y
del sistema endocrino que
conllevan a la
aparición de síntomas asociados
a depresión (Yehuda 2002), haciendo que el TEPT y la depresión se constituyan
en causas de
alto malestar psicológico en la
infancia (Del Barrio, 2007). La edad,
la escolaridad, el contexto
donde interactúan y la
cultura, confluyen en múltiples
variables que confunden
y encubren la problemática
que un evento traumático genera
en diferentes aspectos de
los niños y
adolescentes: emocional,
comportamental, cognitivo y social.
Las estrategias de
afrontamiento ante los eventos
traumáticos, la adaptación
a las situaciones extremas
y la comprensión
de lo que está sucediendo,
dependen en gran medida de la disponibilidad de las redes
de seguridad, protección y
vínculo al entorno familiar y social. Así mismo, a menor
edad y reiterada exposición a
situaciones traumáticas, mayor
será la vulnerabilidad y el
riesgo de desarrollar
trastornos emocionales y déficit psicológicos. En
el área cognitiva,
estos niños y adolescentes expuestos
a eventos traumáticos presentan
menor desempeño, se muestran
más impulsivos, menos creativos y
con mayor distractibilidad (Weber &
Reynolds, 2004). Así
mismo, el evento traumático
interrumpe el proceso normal de
desarrollo obstaculizando
capacidades asociadas al
aprendizaje, la atención y
la memoria; adicionalmente, muestran resultados
más pobres en las
pruebas de coeficiente
intelectual (CI) y obtienen
un desempeño académico
por debajo de lo esperado (Gabowitz, Zucker, & Cook, 2008). De
igual forma, el trauma psicológico
en población infantil y
adolescente puede afectar la
función cerebral, mediante diversos mecanismos,
entre los que se
encuentran el aumento
de niveles de cortisol
que afectan estructuras
como el hipocampo (De
Bellis, Spratt &
Hooper, 2011; Elzinga &
Bremner, 2002; Brennen, Hasnovic, Zotovic,
Blix, Solheim, Mehmedovic, et
al., 2010), la
alteración de los procesos
de condicionamiento clásico por cambios en las vías tálamo
amigdalinas (Jovanovic et al., 2010)
e hiperactividad del sistema
noradrenérgico central (Armstrong,
2010), alterando modelos
de neurodesarrollo subsecuente y produciendo un rango amplio de síntomas
que alteran la capacidad de respuesta
del cerebro al trauma
(Purves, Augustita, Fitzpatrick
& Katz, 2001; Clark, Boutros
& Méndez, 2007; De Bellis, Spratt, & Hooper,
2011). Dado que
son pocos los
estudios que evalúan las
alteraciones neuropsicológicas
en niños
y adolescentes víctimas
de diversas formas de
violencia, se plantea
la necesidad de adelantar
trabajos de investigación en este
sentido, que permitan conocer las posibles
implicaciones a nivel cognitivo de
vivir experiencias traumáticas en la infancia y la adolescencia.
El presente estudio tiene como
objetivo explorar el rendimiento en
atención y memoria
de niños, niñas y
adolescentes víctimas de distintas formas de violencia.
¿Pero a qué tipo de victimización se expone la
población civil?
La población civil es víctima de diferentes hechos entre los
que se encuentra:
- la vinculación de las victimas invisibles a estos grupos
armados
- el abandono forzado de tierras
- actos terroristas
- minas antipersona
- munición sin explotar y artefacto explosivo improvisado
- secuestros
- homicidios/masacres
- delitos sobre la libertad e integridad sexual
- amenazas
- torturas
y desaparición forzada.
Además, los victimarios por medio del terror, el
pánico, el miedo, la desesperanza, la desconfianza y la angustia, producen
disconformidad para dominar a la comunidad. Estos acontecimientos de
hostilidad, agresividad y violencia dejan una huella emocional en la población
civil que afecta la vida en la sociedad.
Hemos destacado este artículo por su impacto tras generaciones, por los efectos que ha causado en los niños, niñas y adolescentes de nuestro país. Tales como Ansiedad, aislamiento, dificultades para relacionarse con otros,
retraimiento, problemas para usar constructiva-mente el tiempo. Agresividad,
bajo rendimiento escolar, sentimientos de culpa, poca capacidad para sentir
alegría... Estas son algunas de las huellas psicosociales que deja el conflicto
armado en niños y adolescentes colombianos que lo han padecido directamente o
que han estado vulnerables a él.
Por esta razón debemos hacer un acercamiento a estos episodios que han dejado
huellas imborrables en nuestro país.
Problemática a analizar: Victimas del conflicto armado en Colombia
Población: Niños, niñas y adolescentes “Victimas invisibles”
Función superior afectada: Atención
y memoria.
Calderón, L. & Barrera, M. (2012). Exploración neuropsicológica de la atención y la memoria en niños y adolescentes víctimas de la violencia en Colombia: estudio preliminar. Revista CES Psicología, 5(1), 39-48. Recuperado de http://revistas.ces.edu.co/index.php/psicologia/article/view/2174/145